Un legado que trasciende generaciones

Desde el año 1600, cuando Doña Emiliana Valdiviezo llegó desde España, las tierras fértiles del Valle de Cinti fueron testigos del nacimiento de un viñedo que hoy es historia viva. Con una visión pionera, Emiliana cultivó las primeras cepas de Moscatel de Alejandría, Vischoqueña y Negra Criolla, sentando las bases de una tradición que se ha transmitido de generación en generación.

El espíritu inquebrantable de una familia

A mediados del siglo XVIII, Doña Estefanía Valdiviezo, con una determinación sin igual, tomó las riendas del viñedo y desafió su época. Armándose de coraje y visión empresarial, emprendió un viaje audaz llevando su producción al Virreinato del Río de la Plata y a Arica, estableciendo así las primeras rutas comerciales para los vinos y singanis de la región.

A lo largo de los siglos, la familia Valdiviezo ha perfeccionado el arte del vino, combinando las técnicas ancestrales con el respeto por la tierra y la innovación, asegurando que cada botella cuente una historia.

La herencia continúa: Vinos con alma y tradición

Hoy, Viñedos Valdiviezo sigue en manos de la familia, preservando la sabiduría ancestral, con un amor profundo por la tierra y un compromiso inquebrantable con la calidad. Cada vid cultivada, cada cosecha seleccionada y cada botella que llega a tu mesa es el reflejo de más de 400 años de pasión por el arte vinícola.

Cuatro Siglos de Historia, Pasión y Legado

Más que un viñedo, somos una historia líquida que cobra vida en cada copa.